El lunes 08 de septiembre de 2014 explotó una bomba en el centro comercial junto a la estación de Metro Escuela Militar, dejando 10 personas heridas. Los ánimos están alterados. Las ciudadanía observa y exige de las autoridades.
El Consejo Nacional de Televisión ha recibido (hasta el momento) 90 denuncias contra reportaje de Canal 13 vinculando encapuchados con movimientos estudiantiles.
El Subsecretario del Interior Mahmud Aeluy fue entrevistado en el programa de TVN El Informante, entre otros muchos medios.
Por muchos es mal visto usar capucha, no dar la cara, no firmar con nombre y apellido. Muchos lo consideran cobardía. Pero quienes dejaron esa bomba seguramente no llevaban capucha.
Los sistemas de vigilancia desde hace años hacen casi imposible desenvolverse sin dejar rastro. Ser un encapuchado es más una aspiración que un hecho. La capucha no oculta mucho realmente.
Las redes sociales en Internet son un espacio singular. Algunas personalidades las han subestimado comportándose como en el living de su casa, revelando el descriterio que los medios formales muchas veces maquillan. Otros las sobredimensionan, y otros las distorsionan creando clones que publican mensajes simulando ser personas reales.
Para otras personas, en cambio, no es tan reprochable usar un seudónimo en las redes sociales. Empresas e instituciones públicas muchas veces interactúan con encapuchados, sabiendo que finalmente detrás de la capucha hay un cliente o un ciudadano, un potencial elector.
De todas formas, resulta muy singular que la cuenta de Twitter de la Subsecretaría del Interior, encargada de la seguridad pública, remecida en estos días, retransmita (retweetee) mensajes enviados por un encapuchado, incluso con observaciones a mensajes publicados por la Policía de Investigaciones.
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